Lección 6: Seis Pasos Para Que lo Imposible Se Haga Posible Con Oración
(2: Continuación)
¡Cuán equivocados estamos! Nuestro Supremo Hacedor, no solo tiene el poder ilimitado para hacer cuanto quiera, sino que además está atento a nuestro clamor. En las Escrituras también leemos que “Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Salmo 146:5).
Dios quiere atender nuestros pedidos, el “ cuello de botella ” o impedimento para que esto no ocurra está en nosotros, que no buscamos Su rostro en oración, en procura de ayuda y de respuestas.
Para utilizar una expresión muy común el Latinoamérica, es hora de “retar la fe” , es decir, poner en práctica nuestras convicciones. Basta creer. No es otra cosa que caminar bajo la certeza de que no caeremos.
Imagine por un instante que se desplaza por la cuerda floja, lo hace porque tiene la certeza de que llegará al otro lado. Igual con su disposición de creer: simplemente tenga la tranquilidad de que el milagro que necesita vendrá.
3. Elimine toda sombra de duda
Dios escucha sus oraciones tanto como las nuestras. No hay una razón para creer que, si alguien confía en el Señor, será escuchado menos que otra persona. Jamás olvide lo que señalan las Escrituras: “...al que cree, todo le es posible”
Creer es tener el firme convencimiento de que, absolutamente, nada nos impedirá recibir lo que estamos pidiendo al Señor. Él responde, que no quepa la menor sombra de duda. Si el enemigo viene con ideas encaminadas a tergiversar lo que significa confiar en el Señor, declárelas sin poder en el Nombre de Jesús y permita que prevalezca la fe. ¡Dios responde porque somos Sus hijos!
4. No se resigne a las circunstancias
El diagnóstico inicial apuntaba a la urgencia de amputar su pie y rodilla izquierdos. La falta de irrigación sanguínea era irreversible por la obstrucción en el sistema arterial.
-- En casos así es mejor retirar los miembros afectados —aseguró el médico con la actitud impasible de quien está acostumbrado a manejar situaciones similares.
-- Pero, ¿sabe lo que implica una amputación?— preguntó Rosa Ubaldina Valverde, revelando angustia.
La situación era grave y traumática. Traería problemas a su hogar. Al fin y al cabo la responsabilidad de atender a dos nietos adolescentes cuyos padres murieron en un accidente de tránsito, recaía sobre sus hombros.
-- Será el fin de todo —prosiguió-. El médico pareció entenderle, pero la situación escapaba a sus manos.
-- La ciencia no puede hacer más, señora —concluyó lacónico mientras volvía la mirada a las radiografías que tenía en el escritorio.
Rosa Ubaldina no se resignó. Todo estaba en contra. Era tanto como nadar en el sentido contrario en un río corrientoso. Rescató una vieja Biblia que amenazaba con ser devorada por los bichos en un baúl en el que compartía espacio con revistas y periódicos de tiempos idos. Comenzó a leerla. No lo hizo con desgano sino con avidez, como alguien que aprecia la única tabla –perdida en el mar infinito—que puede salvarle del naufragio.
En los evangelios encontró un versículo que subrayó :”Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23) . Meditó: “¿Podrá Dios sanarme?”. Inmediatamente razonó: El texto decía que no había límites. Volvió a leer: “...al que cree, todo le es posible”.
Quien se resigna a las circunstancias que está viviendo, literalmente desconoce que hemos creído en un Dios de poder. Nada impide que, si nos movemos en Su voluntad, Dios modifique las circunstancias y hará posible lo que –humanamente—resulta imposible. ¡Nuestro Dios es un Dios de milagros!