Lección 8: La Oración Enfrenta Enemigos
¿Le ha ocurrido alguna vez que se quedó hasta la madrugada leyendo un buen libro o quizá viendo un programa de televisión? Sin duda que sí. Es más, recuerde el incidente: Usted sólo se enteró que estaba tarde cuando miró el reloj. Al principio creyó que era un error. Miró de nuevo y, tras corroborarlo, comprobó que pasaba de la una de la mañana. ¿En qué momento se fue todo este tiempo? se pregunta usted…
Ahora cambiemos el escenario: Se dispone a orar. No son aún las nueve de la noche, acaba de leer algunos pasajes de la Biblia y decide doblar rodillas ante la Presencia del Señor. Deja todo debidamente organizado y comienza a hablar con Dios. ¿Qué ha ocurrido? Lo más probable es que no hayan pasado unos cuantos minutos y ya tendrá un profundo sueño.
-- No puedo orar en la noche porque me vence el adormecimiento --, me refería un amigo pastor; no obstante, cuando estaba preparando un sermón, podía estar horas y horas leyendo las Escrituras y consultando material, antes que sintiera siquiera un asomo de cansancio.
¿A qué se debe esto? A un enemigo que tenemos en común usted y yo, que no desea que nos dispongamos a orar. Me refiero a Satanás.
El apóstol Pablo que sabía de sus acechanzas, escribió: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” (Efesios 6:12. NTV)
Si hay algo que preocupa enormemente al adversario espiritual es que nos dispongamos a entrar en el “lugar secreto”. Él sabe que de rodillas peligrosos para el reino de las tinieblas. Orando tenemos el poder que conmueve el universo, porque quien responde es el Dios de poder.
Como sin duda la oración es uno de los temas que le apasiona o al menos, está comenzando a conocer, es esencial que usted conozca y tenga presente que al hacerlo—entrar ante el Altar de Dios—, enfrentará oposición.
El autor y conferencista internacional, Charles Stanley, escribió: “Los cristianos estamos en una lucha espiritual. La única vez que Satanás se preocupa por nosotros es cuando entramos en esa lucha. Ninguna cosa que hagamos es una gran amenaza para él. Satanás sabe que la verdadera lucha espiritual se libra de rodillas. La oración es el arma que más teme, por lo tanto es contra la oración que él lanza su mayor ataque. Es de rodillas como se hace el mayor bien, y es de rodillas como enfrentamos los mayores ataques.” (Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EE.UU. 1996. Pg. 26)
Dado que nuestro enemigo se opone a que nos dispongamos para orar, enfrentamos adormecimiento y falta de concentración.
-- Cuando me arrodillo a orar, he sentido cerca una presencia tenebrosa; no sé qué ocurre, pero a veces prefiero levantarme del lugar donde me encuentro e ir a ver televisión. Todo temor cesa de inmediato --, me relató el líder de jóvenes de una congregación a la que recientemente fui a dar una conferencia. ¡No hay duda que el enemigo sabe cómo engañar y lanzar sus ataques!