Lección 11: El Ayuno y la Oración, Dos Disciplinas Espirituales en la Búsqueda de Dios
¿Se ha encontrado alguna vez en una situación en la que—humanamente—no sabía qué decisión tomar? Es comparable a encontrarse en un camino que, sorpresivamente se bifurca y no hay cerca de nosotros que nos pueda indicar en qué dirección orientarnos. Todos alguna vez, en un momento específico, hemos experimentado esta incertidumbre. Lo grave del asunto es que, generalmente, siempre tomamos la decisión equivocada.
Nehemías, uno de los hombres de mayor significación en la historia de Israel, se encontraba sirviendo en la corte real –a muchos kilómetros de Jerusalén y bajo un gobierno distinto al de su país--, cuando recibió la noticia de que la capital de su Nación se encontraba en ruinas.
¿Qué hacer? ¿Cómo abordar al rey para asumir la tarea de reconstruir los muros? ¿Cuál sería la estrategia para derribar los obstáculos? ¿Cómo financiar un proyecto de dimensiones tan grandes?
Ante esta situación, tomó la mejor determinación: “ Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo… ” (Nehemías 1:4. NTV)
Los momentos críticos de nuestra existencia debemos someterlos en manos de Dios, y orar porque Él nos oriente, llevándonos a tomar las decisiones apropiadas en el momento indicado.
Algo sobre lo que deseo llamar su atención es que la oración y el ayuno, en un hombre o mujer que se caracterizan por la búsqueda sincera de Dios, son herramientas fundamentales. ¿La razón?
El Señor Jesús nos llama a vivenciar una espiritualidad de compromiso y consagración y tal consagración la testimoniamos delante de Él cuando sometemos nuestra carne mediante el ayuno. Aquí es importante anotar que el ayuno y la oración nos acercan al Padre, a Su Presencia.
Tres tipos de ayuno
Nuestro Señor Jesucristo advirtió sobre la importancia de hacer ayuno, oración e incluso ofrendar, pero delante del Señor y no de los hombres para ser tenidos por muy espirituales: “¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo. Yo, Jesús , l es digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa .” (Mateo 6:1. NTV)
Ayunar no es no es únicamente sacrificio o abstinencia, sino un tiempo de búsqueda del Señor. No está bien que todos alrededor se enteren que estamos ayunando. Eso sería buscar la gloria de los hombres. El ayuno es uno de los pasos en la búsqueda de intimidad con el Señor, en el que sometamos los deseos de la carne a los deseos del Espíritu.
Cuando vamos a las Escrituras, encontramos específicamente, tres tipos o formas de ayunar:
- Abstinencia de alimentos (Lucas 4:2)
- Abstinencia de alimentos y de líquidos (Esdras 10:6)
- Abstinencia de la relación sexual con la pareja, mediante mutuo consentimiento mientras buscan de Dios (1 Corintios 7:3-6)
Por favor, tenga en cuenta que ayunar—en cualquiera de sus variables—no debe ser mirado como un sacrificio sino como una forma de sometimiento a Dios. Cabe aquí tener en cuenta la apreciación del autor y conferencista internacional, Charles Stanley, quien señala: “A lo largo de la Biblia Dios guió a su pueblo a ayudar y orar. Y cada vez que el pueblo ayunaba y oraba. Dios puso en acción su poder sobrenatural para hacer lo que fuera necesario con el fin de satisfacer sus necesidades. Ya fuera provisión de sabiduría o la derrota de un enemigo, Dios fue fiel en cumplir.” (Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EEUU. 1996. Pg. 38)
Dios ha respondido, y sin duda, seguirá respondiendo a las oraciones de Su pueblo. Él reconoce cuando hay disposición de corazón para buscarle, disposición que testimoniamos con el ayuno.
¿Cuáles son nuestras motivaciones para ayunar?
Si tomamos como base el hecho de que el ayuno encuentra complemento en la oración, y en muchos casos, en las ofrendas (Cf. Mateo 6:1-18), es fundamental que tengamos muy claro el por qué lo hacemos.
Hay quienes al ayunar buscan bajar kilos, lo que no es muy espiritual, como tampoco el hacerlo en la congregación incluso por encima del horario que se fijó inicialmente, para que todos aprecien nuestro alto grado de espiritualidad.