Lección 13: Defina Una Disciplina de Oración Diaria
(2: Continuación)
Escoja un lugar secreto
No importa cuán ocupado pueda encontrarse: Defina un lugar secreto en el cual reunirse con Dios. Es cierto, hay momentos en los que caemos rendidos y apenas vamos a la cama, quedamos fundidos de sueño hasta el día siguiente. No obstante, que no pase un solo día sin que haya buscado al Señor en oración.
El Señor Jesús enseñó este poderoso secreto a multitudes y nos transmite ese principio a nosotros hoy: “Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.” (Mateo 6:6. NTV)
El lugar secreto puede ser su oficina. Cierre las puertas y coloque un letrerito a la entrada: “Ocupado. No interrumpir”. Y ese tiempo, dedíqueselo totalmente a Su Creador. Es tanto como rendir cuentas al gerente de la compañía para la que trabajamos, pero al mismo tiempo, el momento en el que podemos abrir nuestro corazón y contarle cómo nos sentimos, cuáles son nuestras expectativas y qué tipo de fortaleza y para qué la requerimos.
Su habitación también puede ser el lugar secreto en el que busca a Su Creador al comenzar y terminar la jornada diaria.
Hay quienes hablan con el Padre celestial mientras conducen a la oficina o quizá se encuentran inmersos en un prolongado embotellamiento de vehículos. Generalmente las personas alrededor estarán tan ocupadas que no se quedarán mirándole si sus labios se mueven mientras murmura una oración.
No permita que concluya este día sin que haya definido su lugar secreto para encontrarse con Dios. Es un principio del Reino de Dios que enriquecerá grandemente su vida espiritual.
Defina un horario para la búsqueda de Dios
Como siervos de Dios, deseosos de ser eficaces en el servicio al Reino, es esencial que definamos un horario cada día para esos encuentros con el Creador. ¿Por qué resulta importante? Porque generalmente nos ocupamos en tantos rudimentos del servicio eclesial, que descuidamos lo más importante. Puede que sea inconsciente, pero siempre encontraremos algo qué hacer , y nos apartará de la intimidad que debemos desarrollar con Dios en oración.
El rey David, uno de los hombres grandes de la historia bíblica, había definido la madrugada como el tiempo de búsqueda del Señor. Era una disciplina que difícilmente modificaba. Fue ese convencimiento el que le llevó a escribir: “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas…” (Salmo 63:1: Reina Valera 1960)
Tal vez en el día nos resulte imposible sacar tiempo para orar y en la noche llegamos rendidos. Si es así, no se levante hasta tanto haya orado a Dios.
El Señor Jesús oraba al comenzar y al terminar la jornada diaria. El evangelio señala que “A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar” (Marcos 1:35 NTV) Pero algo es significativo también: A pesar del cansancio, el Señor Jesús no perdía tiempo y al terminar sus ocupaciones, iba a un lugar secreto a orar, como relata el evangelista Mateo: “Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme.” (Mateo 14:22-24. Reina Valera 1960)
Si la oración se convierte para nosotros en una disciplina diaria, tenga la certeza que creceremos en ella diariamente y nos preocupará lo cansados que nos encontremos sin antes ir al Señor en Su búsqueda.