Lección 11: El Ayuno y la Oración, Dos Disciplinas Espirituales en la Búsqueda de Dios
(2: Continuación)
Le invito a considerar tres preguntas cuando vaya a dedicar tiempo a ayunar:
- ¿Por qué voy a ayunar? La respuesta está en sus manos. ¿Procuro intimidad con Dios? ¿Estoy tras un milagro? ¿Lo hago por obligación o, por convicción? Póngase la mano en el pecho para ser muy honesto al responder.
- ¿Estoy ayunando para guardar las apariencias de espiritualidad? Infinidad de personas son amigas de estar contándole a todos, que van a una jornada de ayuno. Esas expresiones de espiritualidad les ayudan a tener reconocimiento entre otros creyentes. No es, dicho de paso, lo mejor que deberían hacer. No honran a Dios, se están honrando así mismos.
- El ayuno sin búsqueda de Dios no es otra cosa que aguantar hambre. Leí hace pocos días en una revista, que el ayuno era recomendado para perder peso. Inmediatamente pensé que las personas veían esta práctica espiritual más como una dieta que como un camino de búsqueda de intimidad con el Señor.
Cuando vamos a las Escrituras, encontramos registro sobre relatos de hombres de Dios quienes le buscaron en ayuno y oración en momentos específicos, muchos de los cuales demandaban respuestas del Señor a necesidades o crisis (Éxodo 34:28; Salmo 69:10; 2 Crómicas 20:3; Daniel 9:3; Lucas 4:1, 2; Hechos 13:2, 3)
Cito nuevamente al autor y conferencista internacional, Charles Stanley, cuando anota: “Orar, dar y ayunar son actos personales de adoración, y por lo tanto, se debe hacer en secreto. Debemos hacerlo por amor a Dios, no porque anhelamos la alabanza del mundo. Si hacemos esas cosas por la alabanza del mundo, entonces esa es la única bendición que recibiremos.” (Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EEUU. 1996. Pg. 37)
No olvide que mediante el ayuno sometemos nuestros apetitos al Espíritu Santo. Ayunar nos permite entregar a Dios nuestros temores e incertidumbres y, además, hace posible encontrar respuesta divina a nuestros interrogantes e inquietudes (Nehemías 1:4)
Dios responde al ayuno
Resulta interesante buscar los registros bíblicos cuando se alude al ayuno por parte de hombres y mujeres que procuraban conocer Su voluntad. El primero y más significativo hecho, es el tiempo que nuestro amado Salvador Jesucristo se apartó al desierto. Dice el Evangelio que nuestro Señor “…fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.” (Lucas 4:2. NTV) El buscar del Padre celestial en ayuno y oración, fortaleció a Jesús nuestro Redentor, en esos momentos críticos.
También buscó el rostro del Supremo Hacedor, el escriba Esdras, en un momento crucial para Israel: “ Luego Esdras se retiró de la parte delantera del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Pasó la noche allí sin comer ni beber nada. Seguía en duelo a causa de la infidelidad de los que habían regresado del destierro. ” (Esdras 10:6. NTV) ¡Dios no se hizo esperar, y respondió a ese tiempo especial de búsqueda!
Por último y en medio de los múltiples registros Escriturales que hay sobre el ayuno y la oración, me permito citar a los apóstoles. Procuraban la guía de Dios para contribuir a la extensión del Reino. “ Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron . ” (Hechos 13:2, 3. NTV)
Estoy firmemente convencido que, si en medio de una situación particular busca al Señor en ayuno y oración, encontrará respuestas. Es un camino especial, que toca el corazón de Dios porque nos humillamos en Su Presencia. Él nos lleva a nuevos niveles, cuando procuramos respuesta a nuestros interrogantes, a un milagro que pedimos, a la necesidad de crecimiento personal y espiritual o cualquiera otra motivación de orden espiritual.