Publicado en Estudios/Artículos / Vida Cristiana / — Carlos Mason / 2015-01-11 14:59:20 / 5715

Una Religión a Nuestra Imagen y Semejanza

El Señor Jesucristo llegó a Jerusalén y al entrar al templo, derribó todo lo que contaminaba ese lugar. Todo ídolo cayó. Eso mismo debe ocurrir hoy en nuestra vida y en la de nuestra congregación.

(2: Continuación)

b.- En nuestro hogar debe reinar Dios

Para sinnúmero de cristianos que han constituido una religión a su manera, hay muchos ídolos que tienen cabida en sus hogares. Para algunos es el televisor (al que se le rinde culto cuando pasamos horas y horas frente a su pantalla), la música, algún deporte o el mismo Internet. Leí hace poco un informe desde Japón donde se indicaba que hay adolescentes que de la escuela pasan a navegar en el Internet y de allí otra vez a sus aulas. No salen, no practican ningún deporte, no se relacionan con sus padres...

Estos distractores o ídolos modernos copan el tiempo de buen número de personas, se alejan de Dios, abandonan el ejercicio de la oración, no leen la Biblia y sólo el domingo desempolvan la Biblia para ir al culto. Son hogares donde no reina Dios sino que prevalecen los ídolos.

Algo similar ocurría con Micaía. El pasaje bíblico señala que: “Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y serafines, y consagró a uno de sus hijos como su sacerdote” (Versículo 5). Micaía era demasiado ventajoso. Él quería vivir a Dios a su manera. Entronizó ídolos bajo su techo y llegó a ordenar a su hijo como ministro. Quería tener una figura de líder religioso en casa, a quien el pudiera manipular.

Personas así nunca están conformes con sus pastores y líderes. Las enseñanzas que les imparten desde el púlpito las consideran demasiado rigurosas o dominadas por el fanatismo. Y si les exhortan a vivir en santidad, consideran que sus pastores son tiranos que les coartan la libertad.

c.- En la iglesia y en nuestra vida cristiana debe primar el orden

“En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que bien le parecía” (Versículo 6). Cuando un cristiano cree que sabe todas las cosas y que nadie debe ni tiene por qué venir a instruirle, está en un error peligroso.

Siempre tendremos algo nuevo que aprender. Cuando no hay principios ni orden, la iglesia se convierte en un campo de anarquía, donde gobiernan la rebeldía, la intolerancia y el irrespeto a la autoridad. Ni usted ni yo podemos permitir que esto ocurra. Quien debe reinar en la iglesia es Jesucristo, el Rey de Reyes y Señor de Señores.

Es hora de derribar todos los ídolos.

Una determinada doctrina, pastores o líderes, patrones de comportamiento religioso, entre otros, pueden convertirse en nuestros ídolos. Hay quienes aman tanto su denominación que menosprecian a las demás o llegan a considerar que sólo en su congregación tienen la verdad revelada. Y estas actitudes idolátricas antes que contribuir a la proclamación del evangelio, se convierten en piedra de tropiezo.

El Señor Jesucristo llegó a Jerusalén y al entrar al templo, derribó todo lo que contaminaba ese lugar. Todo ídolo cayó. Eso mismo debe ocurrir hoy en nuestra vida y en la de nuestra congregación... Hay que pedir y dejar que Dios traiga limpieza total. Que derribe todo lo que le desagrada. Sólo así nuestro servicio y vida cristiana serán agradables delante de Sus ojos.

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