Perdonar Las Ofensas, Nos Libera
Guardar rencor hacia quien nos ofendió se convierte en una carga difícil de soportar. Conforme pasa el tiempo, se torna más pesada. Nos roba la paz.
(2: Continuación)
La fuerza del perdón...
Guardar rencor hacia quien nos ofendió se convierte en una carga difícil de soportar. Conforme pasa el tiempo, se torna más pesada. Nos roba la paz. Lleva a que nuestras acciones y pensamientos estén volcados hacia el ofensor. El resentimiento toma forma. Se convierte en una sombra que nos sigue a todas partes.
Olga Lucía experimentó esta situación pero decidió liberarse. Lo hizo en una forma inusual. Perdonó a quien le causó el daño. Pudo recurrir a la venganza –muchos lo habrían hecho—pero sabía que no era el camino indicado. Por el contrario, habría agravado el asunto.
El apóstol Pablo enfrentó una situación similar. Pese a sus desvelos por ayudar al prójimo y predicar la Palabra de Dios, alguien en particular se empeñaba en tornarle la vida imposible. Lo difamaba. Desconocía su autoridad. Cuestionaba su ministerio. ¿Qué hizo Pablo? ¿Cuál fue su reacción? ¿Qué camino tomó? Las respuestas a este y otros interrogantes, las hallamos en la segunda carta a los Corintios, capítulo dos, versículos del cinco al once. A partir de ese texto, podemos aprender varios principios de vida cristiana práctica.
Una ofensa se extiende a muchos otros...
Imagino que usted como yo se dejó tentar alguna vez por la posibilidad de tirar una piedra en el centro mismo de un río tranquilo. ¿Lo hizo quizá en la adolescencia? ¿Recuerda qué ocurrió? La piedra cayó, pero además, el impacto generó ondas a su alrededor que se extendieron progresivamente.
Igual ocurre con una ofensa. Alcanza no sólo a quien la recibe, sino a quienes se encuentran a su alrededor. ¿Ha visto familias enteras que no tienen trato con otras justo porque uno de sus integrantes alguna vez recibió una ofensa?
Sobre el particular, Pablo escribió: “Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros” (versículo 5).
En adelante, usted debe cuidarse de no ofender a los demás Mida el alcance de sus gestos y palabras. Recuerde que su alcance puede ser devastador.