Mente Renovada, Bendición Asegurada
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta
La manera de pensar de una persona es la clave para que ella alcance en la vida, el éxito o el fracaso, plenitud o frustración. La manera de pensar está determinada por las ideas, la ideología, conceptos y estructuras que recibimos de nuestra propia idiosincrasia y cultura, sea buena o mala.
La Biblia habla sobre la mente y enseña que el ser humano está constituido por lo que piensa. Proverbios 23:7 dice “cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Cada pensamiento que viene a nuestra mente desarrolla una imagen que da lugar a una creencia, a un sentimiento y a una acción.
La ciencia ha comprobado que lo que domine nuestra mente dominará nuestros pensamientos, y lo que domine nuestros pensamientos, dominará toda nuestra vida. La psicosomatología estudia la relación que existe entre el cuerpo y la mente y la influencia que ésta ejerce sobre el cuerpo. Está comprobado científicamente que una mente enferma puede crear un cuerpo enfermo. De allí sale el dicho “mente sana, cuerpo sano”.
Más allá de lo que diga la ciencia, está lo que dice el Dios Todopoderoso, el cual creó al ser humano como una unidad neuma-psicosomática (espíritu-mente y cuerpo) y estipuló que lo espiritual gobierne y afecte a todo lo demás. Si la parte espiritual está enferma, todo lo demás se resentirá.
Debido a que el ser humano vive lejos de Dios y en el pecado, su forma de pensamiento se ha desfigurado del ideal de Dios y no puede pensar lo que Dios quiere que piense. Por eso necesitamos, como Pueblo de Dios, aprender a renovar la mente bajo el poder del Espíritu Santo y la autoridad de la Palabra del Señor para poder pensar como Dios quiere, pues si tenemos una mente renovada tendremos bendición asegurada.
Existen 8 formas básicas de pensamiento que debemos aprender a desechar de nuestras vidas si anhelamos tener una mente renovada:
- La mentalidad del fracasado: Es aquél que piensa que nunca nada le saldrá bien en la vida.
- La mentalidad del frustrado: Es aquél que falló en algo y a partir de ese momento cree que todo será igual.
- La mentalidad del negativo: Es aquél que llena su mente de pensamientos destructivos y derrota. No puede ver nada positivo.
- La mentalidad del pesimista: Es aquél que es superado fácilmente por los problemas y adversidades de la vida.
- La mentalidad del débil: Es aquel que no tiene fuerza de carácter y es vulnerable a cualquier otra forma de pensamiento. Sigue lo que dice la mayoría.
- La mentalidad del acomplejado: Es aquel que en el pasado recibió la burla y el menosprecio de los demás y ha quedado “marcado” para toda la vida. Se cree inferior a todos.
- La mentalidad del atormentado: Es aquel que inventa imágenes de situaciones trágicas o de desgracia continua.
- La mentalidad del temeroso: Es aquel que le tiene miedo a todo, hasta a su misma sombra.
Debemos reconocer que aún nosotros los cristianos muchas veces vivimos con esas formas de pensamientos recién mencionados. Otros viven permanentemente asediados por estos pensamientos destructivos y viven muy por debajo de todo lo hermoso que el Señor ha diseñado para ellos.
Todas estas formas de pensamiento por cierto son mentirosas y contrarias a lo que dice la Palabra de Dios y en la medida que las aceptemos como válidas, destruirán nuestras vidas y todo lo que nos rodea. La solución a todo esto no es solamente tener pensamientos positivos o poder mental. Eso está en completo desacuerdo con las Sagradas Escrituras. La solución verdadera la encontramos en la Palabra de Dios y ella nos dice que debemos aprender a renovar la mente haciendo dos cosas: 1) Extirpar de nuestra mente aquellos pensamientos que no coinciden con la Palabra de Dios y 2) Adaptar a nuestra forma de pensar la manera de pensar del Señor.
Romanos 12:2 dice algo referido a esto: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La única manera de cambiar nuestra manera de pensar es haciendo caso a la Palabra de Dios. Ella nos dice en este pasaje que debemos renovar nuestra manera de pensar, pues haciendo eso podremos comprender la voluntad de Dios para nuestras vidas, que es buena, agradable y perfecta.