Las Promesas de Bendición a Través de Jesucristo
El Nuevo Pacto, a través de Jesucristo promete hermosas y gloriosas promesas de Dios.
(3: Continuación)
3. La bendición hacia los gentiles
El origen de las naciones se ve reflejado en el Pacto de Dios con Noé. La bendición sobre estas naciones se ve prometida en el Pacto hecho con Abraham, pero bajo el Pacto Mosaico las naciones gentiles quedaban excluidas de la bendición hasta que el Mesías viniera.
Al principio de su ministerio Jesús les prohibió a sus discípulos ir a predicarle a los gentiles para enfocarse en las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:1-8). Esto fue para darles la oportunidad primero a los judíos de reconocer al Mesías, sin embargo, debido a la incredulidad y rechazo de ellos, Jesucristo comenzó su ministerio hacia los gentiles, abriendo la puerta en su debido tiempo (Juan 1:11, 12; Mateo 8:5-13; Juan 4:1-41; Mateo 15:21-28; Hechos 14:27).
Después de su muerte y resurrección Jesucristo comisionó a sus discípulos a llevar el Evangelio a todas las naciones (Mateo 28:18-20; Marcos 16:15-20; Hechos 1:8; Gálatas 3:8). Esto fue dicho para cumplir el misterio de los gentiles entrando a disfrutar la bendición mesiánica y llegar a ser un cuerpo con los judíos creyentes, nacidos de nuevo (Efesios 2:11-22; 3:1-12; Romanos 9-11; 15:8-16).
4. La bendición del derramamiento del Espíritu Santo
Los profetas del Antiguo Testamento hablaron de la llegada del derramamiento del Espíritu Santo bajo el ministerio del Mesías y en tiempos del Nuevo Pacto (Joel 2:28-32; Isaías 44:3; Ezequiel 36:25-27; Zacarías 12:10). Estas predicciones estaban basadas en la promesa de pacto que Dios le había hecho a Abraham. La bendición que iba a venir sobre todas las naciones a través de la simiente de Abraham, era la “promesa del Espíritu” (Gálatas 3:8, 9, 14, 16, 29).
Jesucristo enseñó mucho acerca de la venida del Espíritu Santo, del sello del Nuevo Pacto (Lucas 11:9-13; Juan 7:37-39; 14:16, 17; 15:26; 16:7-15). El cumplimiento de esta promesa comenzó en el libro de los Hechos y tanto judíos como gentiles fueron bautizados en el Espíritu Santo (Hechos 2:10, 11).
5. La bendición de sanidad
Los profetas también anunciaron el gran ministerio de sanidad del Mesías. No solo traería sanidad espiritual del alma y el espíritu, sino también sanidad física. Los santos del Antiguo Testamento experimentaron “toques” del poder de sanidad de Jehová Rapha, el Señor que sana (Job 42:10; Éxodo 15:20-27; Salmos 105:37; 2 Crónicas 30:18-20). David habló de la bendición “melliza” del perdón de pecados y la sanidad de las enfermedades (Salmo 103:1-4).
El profeta Isaías predijo el hecho de que el Mesías llevaría nuestras enfermedades y dolencias, así como nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz y que por Su llaga nosotros seríamos sanados (Isaías 35; 53). Los escritores del Nuevo Testamento claramente interpretaron esto para hablar acerca del ministerio sanador del Mesías, espiritualmente y físicamente (Mateo 8:16-17; 1 Pedro 2:24).
Los Evangelios abundan con situaciones del ministerio sanador de Cristo, lo cual es una bendición del Nuevo Pacto. Jesús, el Nuevo Pacto personificado, hizo la voluntad del Padre celestial y confirmó esta promesa hecha a los padres (Mateo 8:9, 10; Lucas 10:1-16; Romanos 15:8).
Así como Cristo, los doce apóstoles, los setenta y demás creyentes sabían de la bendición de la promesa del Nuevo Pacto. El ministerio de sanidad de Cristo continua en la Iglesia hoy (Marcos 16:15-20; Hechos 4:1; 1 Corintios 12:1-12; Santiago 5:14-16). Los santos del Antiguo Testamento nunca testificaron de tal poder sanador como lo hizo la generación de que recibieron el ministerio del Mesías del Nuevo Pacto.