La Navidad: Los Verdaderos Orígenes de Una Festividad Popular
Jesucristo dice que aquellos que adoran a Dios deben adorarlo “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). ¿Están sus creencias y su forma de adorar a Dios fundamentadas en la verdad bíblica o en fábulas antiguas?
(5: Continuación)
El apóstol Pablo podría recordarle las palabras que escribió a los miembros de la iglesia en Corinto, una ciudad saturada de prácticas religiosas paganas: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente... Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré... Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 6:14-17; 7:1).
Pero ¿importa realmente?
Desgraciadamente, para la mayoría de los cristianos modernos estos pasajes de la Escritura —que nos ayudan a definir lo que es el verdadero cristianismo y lo que no lo es— tienen muy poca importancia. Actualmente, la mayoría de los dos mil millones de personas que profesan el cristianismo observan la Navidad y otras fiestas no bíblicas sin reflexionar en lo más mínimo acerca de ellas.
La mayoría jamás tomará el tiempo necesario para examinar el verdadero origen y significado de sus creencias, aun cuando información como la que aparece en este artículo se puede hallar prácticamente en cualquier biblioteca moderna o en Internet. Y a pesar de que los hechos fundamentales respecto al origen de la Navidad se encuentran en casi cualquier enciclopedia, la mayoría de las personas no van a leer detenida y concienzudamente para averiguar si sus costumbres y tradiciones están de acuerdo con la Biblia.
Es especialmente irónico ver los artículos que cada año aparecen en muchos periódicos, escritos casi siempre por personas bien intencionadas pero mal encauzadas, que relatan los orígenes paganos de la Navidad y las tradiciones que la acompañan, y no obstante concluyen que no importa porque ahora se celebra por una buena causa. No podemos menos que preguntarnos cómo pueden conciliar esa posición con los elocuentes pasajes bíblicos que hemos citado.
Jesucristo dice que aquellos que adoran a Dios deben adorarlo “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). ¿Están sus creencias y su forma de adorar a Dios fundamentadas en la verdad bíblica o en fábulas antiguas?
Las pruebas bíblicas demuestran que
Jesucristo no nació un 25 de diciembre
La historia nos demuestra de manera muy convincente que el 25 de diciembre fue adoptado como la fecha de la Navidad, no porque Jesús haya nacido en ese día sino porque ya era una celebración pagana muy popular en honor al “nacimiento” del sol.
Pero ¿existe alguna posibilidad de que el nacimiento de Jesús haya ocurrido un 25 de diciembre?
“Ante la absoluta ausencia de pasajes bíblicos que dieran alguna señal sobre la fecha del nacimiento de Jesús, los primeros maestros cristianos sugirieron fechas muy variadas. Clemente... eligió el 18 de noviembre. Hipólito... calculó que Cristo debió haber nacido un miércoles. Un documento anónimo que se cree fue escrito en el norte de África alrededor del año 243 d.C., afirma que Jesucristo nació un 28 de marzo” (Jeffrey Sheler, “In Search of Christmas” [“En busca de la Navidad”], revista U.S. News & World Report, 23 de diciembre de 1996, p. 58).
Sin embargo, un análisis cuidadoso de la Biblia nos indica claramente que el 25 de diciembre es una fecha muy poco probable para el nacimiento de Jesús. Y hay dos razones principales que lo comprueban:
Primero, sabemos que cuando nació Jesús los pastores estaban en los campos cuidando sus rebaños (Lucas 2:7-8), cosa que no hacían durante el mes de diciembre. El relato del Evangelio de Lucas sugiere que Jesús pudo haber nacido en el verano o a principios del otoño. Como en Judea el mes de diciembre es frío y lluvioso, el clima no habría permitido que los pastores permanecieran de noche en los campos cuidando sus rebaños.
Segundo, los padres de Jesús fueron a Belén para registrarse en el censo romano (Lucas 2:1- 4). Tales censos no se efectuaban en invierno, cuando las temperaturas descendían bajo cero y los caminos se hallaban en malas condiciones. La realización de un censo en esas condiciones habría sido contraproducente.
Debido a las dificultades y al deseo de integrar a los paganos al cristianismo, “el hecho importante... y que debe quedar bien claro en nuestra mente, es que la declaración del 25 de diciembre fue una forma de acomodarse con el paganismo” (William Walsh, The Story of Santa Klaus [“La historia de Santa Claus”], 1970, p. 62).
Si Jesús no nació un 25 de diciembre, ¿hay alguna indicación bíblica sobre la fecha de su nacimiento? Con base en la concepción y el nacimiento de Juan el Bautista, los relatos bíblicos apuntan hacia el otoño como la temporada más probable de su nacimiento.
Como Elisabet (la madre de Juan) estaba en su sexto mes de embarazo cuando Jesús fue concebido (Lucas 1:24-36), podemos determinar la época aproximada del año en que nació Jesús si es que sabemos cuándo nació Juan. El padre de éste, Zacarías, era un sacerdote que servía en el templo de Jerusalén durante el período de Abías (Lucas 1:5). Los cálculos históricos señalan que este turno de servicio en aquel año cayó entre el 13 y el 23 de junio (The Companion Bible, 1974, apéndice 179, p. 200).
Fue durante este período de servicio en el templo que Zacarías supo, por medio de un ángel, que él y su esposa Elisabet iban a tener un hijo (Lucas 1:8-13). Después de completar su servicio y volver a casa, Elisabet concibió (vv. 23-24). Suponiendo que Juan fue concebido a finales de junio, si agregamos nueve meses tendremos los días finales de marzo como la fecha más probable del nacimiento de Juan. Si añadimos otros seis meses (la diferencia entre las edades de Juan y Jesús) nos encontramos con que los últimos días de septiembre son la fecha más factible del nacimiento de Jesús.