La Diferencia Entre Consagración y Fanatismo
(2: Continuación)
Cambiar el derrotero de nuestra vida
Una forma sencilla y eficaz de asumir una nueva línea de vida es meditando en lo que leemos cada día en la Biblia. Lo trascendental no estriba tanto en memorizar el mayor número posible de versículos, sino adoptarlos en todo cuanto hacemos.
Si leemos cómo continúa el texto, podremos hacernos una idea. Dice el salmista: “... sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien!”(versículo 4).
Imagine que las cosas que va a decir o hacer, las mide a partir de lo que plantea la Biblia. Si va a expresarse de determinada manera, toma unos instantes y se pregunta primero:¿Esto agradará a Dios?¿Acaso las Escrituras avalarían estas palabras? Aquello que estoy planeando hacer ¿Está bien para un cristiano?.
Es una forma sencilla, práctica y transformadora de expresar el cambio en nuestra cotidianidad. Sin ser fanáticos. Simplemente llevando a los hechos aquello que aprendemos.
Un principio que hemos adoptado en la iglesia de la que—por gracia de Dios—he sido asignado como pastor, es concluir los mensajes pidiendo a los asistentes que me recuerden qué aprendimos nuevo en esa ocasión. Al principio tomé a muchos por sorpresa. En adelante, todos estaban atentos para responder a las preguntas y aportar sus opiniones. Ahora, hasta Susana—una hermana de edad mayor—se atreve a interrumpir diciendo:--Hoy aprendí esto y y aquello, que voy a poner en práctica--.
Fortalecidos en medio de la adversidad
El final del versículo precisa que “jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien”. Significa, en pocas palabras, que Dios está junto a nosotros en los momentos de crisis.
Si avanzamos, tomados de su mano, las circunstancias no nos doblegarán. ¡Es una promesa bíblica para nuestra vida hoy! Y prosigue el texto definiendo una premisa que debe mover su vida, y es que Dios prospera todo cuanto hacemos. ¿Había pensado en eso?