Publicado en Artículos / Sermones / — Carlos / 2013-11-08 15:37:55 / 6719

Fe en Presente Continuo

Para estar llenos del Espíritu Santo debemos estar vacíos de nosotros mismos, y completados por Dios.

(3: Continuación)

Dice la Biblia: “La fe es la convicción de lo que no se ve”. Usted y yo hemos recibido la verdad de Dios en nuestro espíritu, no en la mente. Esto es de suma importancia, la fe mental es limitada. Es necesario que la recibamos primeramente en el espíritu, para que luego pase a la mente. Nuestro espíritu debe inundarse de fe por medio de una llenura plena del Espíritu Santo. Sin esta llenura, el espíritu estará lleno de otras cosas, como de temores, de dudas, de ansiedades, y debilidades. Porque el espíritu no fue creado para estar vacío, aunque debemos vaciarlo de todas nuestras preocupaciones, pues mientras esté ocupado por ellas, será imposible recibir la llenura del Espíritu Santo, ni tampoco la fe de Dios podrá crecer ni desarrollarse. Para ello debemos dejar de intentar manipular nuestra vida como lo hacíamos antes; y someternos al Señorío de Cristo. Entonces el Espíritu Santo tendrá el control y moverá el poder sobrenatural de Dios, para que lo que veamos hoy por la fe, se pueda convertir en realidad.

Cuando salgo de viaje en avión, yo tengo la confianza que arribaré al destino que la compañía aérea promete llevarme, aunque al instante de la salida no puedo ver el lugar de llegada. Durante el viaje tampoco veo al piloto que conduce el avión. Tengo la confianza de que es un piloto idóneo para conducir el avión. Al arribar al destino compruebo que se ha hecho realidad lo que había confiado que sucedería. Así debemos vivir y andar en el Espíritu. Aunque aún no estamos viendo nuestro hogar celestial, sabemos que estamos en camino para llegar a nuestro final destino. No vemos al Piloto que nos conduce, pero sabemos que el Espíritu Santo está en control de nuestra vida, por lo tanto tenemos la convicción de que llegaremos un día a nuestro hogar celestial.

Debemos despojarnos de todo peso de duda, incredulidad y temor. Vaciándonos de toda carga inútil, y llenándonos del Espíritu de Dios, dándole el control de nuestra vida. Así estaremos viendo que delante nuestro, no habrá imposibles, porque la fe de Dios en nuestro corazón, será suficiente para correr cualquier problema que amenace estorbar nuestra vida. Sólo le diremos al problema: “Problema: sal de adelante de mi vida”. Qué haremos después? Sólo confiar que el Señor lo moverá, pues para Él no hay nada imposible!

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