Fe en Presente Continuo
Para estar llenos del Espíritu Santo debemos estar vacíos de nosotros mismos, y completados por Dios.
(2: Continuación)
Querido amigo o amiga, Dios nos ha llamado a vivir una nueva vida, pero una nueva vida de fe!. Algunos creyentes citan mal Hebreos 11:1, comienzan diciendo “La fe es….”. Pero, no es correcto, hacen una omisión muy importante. Quitan las dos primeras palabras del versículo del texto que dice: “ES, PUES la fe…”. Este: “Es, pues”, expresa una fe actual y en tiempo presente, no una fe que “fue”, o “podría ser”, sino que “es” en forma continua. He oído decir a algunos creyentes que están desanimados: “si tuviese la fe cuando Dios hizo aquel milagro en mi vida”. Estimado hermano o hermana en la fe, Dios quiere que vivamos con la fe en una acción de un continuo presente. De manera que ante cualquier situación dolorosa o adversa que experimentemos en el presente, tengamos una fe presente que es la que nos conducirá a la victoria. Pues la fe que tuve ayer para orar o recibir bendición de Dios, se fue con el día de ayer, ya fue y nunca más volverá.
Quiero preguntarle algo: tiene fe de hoy? Sobre qué apoya usted su fe?. Quiero decirle que la fe que trae la victoria sobre la adversidad, es creer que a toda hora Dios esta dispuesto a obrar un milagro. Y que esa fe debe estar siempre apoyada sobre la constante fidelidad de Dios en el cumplimiento todas sus promesas.
La Biblia dice que a cada uno, Dios nos dio una medida de fe, pero no se trata de cantidad, sólo es suficiente con que sea del tamaño de la medida de una semilla de mostaza, para que con ella podamos lograr que las montañas de problemas se muevan y desaparezcan. Por lo tanto, la clave está en la forma que nos ocupamos para desarrollarla, de cómo llevamos a la práctica lo que estamos creyendo por la fe en Dios. La Biblia dice: “Es pues, la fe la certeza de lo que se espera…”. Y, que más dice?: “La convicción de lo que no se ve”. Esto habla de una fe viva y activa. Es que Dios nos quiere de pie y listos para la batalla. Usando la fe contra todos los impedimentos y adversidades que nos toque enfrentar, creyendo con certeza de que las cosas que hoy no vemos, son reales y ciertas por la convicción de la fe de Dios en nuestro corazón. Esta no es una convicción humana, es una convicción sobrenatural, porque es la convicción que nos da Jesús. Cuando Jesús llamó al hombre de la mano tullida, miró su mano con los ojos de la fe en el Padre, y por lo tanto antes de que ocurra el milagro, Jesús pudo ver la mano sanada. Sólo le llamó la atención al hombre y luego le dijo: “extiende tu mano”.(Marcos 3:5). Jesús ya no veía la mano seca, sino con vida, y Su fe hizo que el milagro virtual se convirtiera en realidad.
