¡El Precio de Seguir a Jesucristo!
Jamás he podido entender cómo algunos pastores y líderes pretenden ser eficaces en el ministerio, si no pasan tiempo en oración con Dios.
(2: Continuación)
3 - Demanda obediencia
No duro que en el calor del mediodía o acariciado por la brisa del atardecer, Abram debió meditar una y otra vez en el llamamiento de Dios. El asunto debió darle vueltas en la cabeza una y otra vez. Posiblemente hasta perdió el sueño y debió levantarse a mirar la televisión, pasada la medianoche. Pero cuando decidió confiar en el Padre Celestial, dio un segundo paso de suma importancia: obedeció. “Abram partió, tal como el Señor se lo había ordenado, y Lot se fue con él. Abram tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán” (Versículo 4).
Obedecer es cumplir, así no entendamos o no compartamos el mandato. Y algo más. El patriarca no era un joven recién egresado de la preparatoria, con bríos y convencimiento de ser un ganador. Nada de eso, tenía sus años. Y aquí hay un hecho que quiero subrayar: los límites los colocamos nosotros, no los pone Dios. Somos usted y yo quienes buscamos pretextos, olvidando que si el señor nos llamó, es porque sabía de antemano que podríamos cumplir la misión.
4 - Demanda sostener una íntima relación con El
Jamás he podido entender cómo algunos pastores y líderes pretenden ser eficaces en el ministerio, si no pasan tiempo en oración con Dios, el ”Gerente General” de la obra, y además, la fuente de todo nuestro poder.
Si anhelamos un desempeño efectivo, que ejerza una poderosa influencia en el mundo, estamos llamados a pasar tiempo en el lugar secreto, hablando con nuestro amoroso Padre. En este aspecto Abram nos ofrece nuevamente ejemplo: “...el señor se le apareció a Abram y le dijo: Yo le daré esta tierra a tu descendencia”. Entonces Abram erigió un altar al señor, porque se le había aparecido. De allí se dirigió a la región montañosa que está al este de Betel, donde armó su campamento...También en ese lugar erigió un altar al Señor e invocó su nombre” (Versículos 7 y 8).
Estos cuatro puntos sintetizan el precio que pagan quienes desean servir y caminar con Dios de una forma eficaz. ¿Está fallando en algo? Hoy es su oportunidad para reencontrarse con el Jefe Supremo, quien le llamó a trabajar en su obra. Es el día de reanudar su intimidad con El. Le aseguro que su ministerio reverdecerá de nuevo y volverá a sentir que por la misericordia de Dios, está volando hacia nuevas alturas.