¡CUIDE SU CONSAGRACIÓN PARA EL SEÑOR!
(2: Continuación)
1 - Es peligroso jugar con la inmoralidad
“Si los demás lo hacen ¿Por qué no puedo hacerlo yo?”. Con este razonamiento, inclinado a la inmoralidad, el jovencito convenció a su enamorada para tener relaciones sexuales. La chica quedó en embarazo. Los dos fueron desvinculados del grupo de alabanza de la iglesia. El escándalo no sólo abochornó a la pareja, sino a sus padres, reconocidos por años de servicio a la congregación.
Jugar con la moral es sumamente peligroso. Ese fue uno de los tantos errores de Sansón. “Un día Sansón fue a Gaza, donde vio a una prostituta. Entonces entró para pasar la noche con ella” (Jueces 16:1). Si avanzamos hasta el segundo versículo, notaremos que en toda la ciudad conocieron del hecho. Este siervo de Dios no solo cedió a la inmoralidad, sino que es fácil intuir que dejó por el suelo su testimonio.
2 - Es peligroso unirse con yugo desigual
Los planes de Dios para hombres y mujeres que tienen un llamado al ministerio, se han visto entorpecidos porque se escoge una persona inconversa para casarse. El argumento más común es: “Yo le voy a ayudar a cambiar. Le llevaré a los caminos del Señor”. Es un pretexto para ocultar nuestra rebeldía al principio bíblico que nos exhorta no unirnos en yugo desigual, y se convierte en la antesala de un fracaso. Eso ocurrió con la vida del protagonista de la historia: “.Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec, que se llamaba Dalila” (Jueces 16:4).
Observe que no sólo corrió tras una filistea sino que es evidente que se dejaba llevar fácilmente por las emociones.
3 - El peligro de tener en poco nuestra consagración
Hay dos cosas de las que le invito a cuidarse. La primera, de ir mostrando sus credenciales ministeriales por todos los lugares en procura de obtener privilegios. La segunda, no cuidarnos de lo que hacemos o decimos, teniendo en poco nuestra investidura. Cuando somos creyentes evangélicos y además ejercemos una posición de liderazgo, quienes nos rodean están atentos a todo nuestro desenvolvimiento. Muchos buscan excusa para criticarnos, y lo logran...
Sansón no solo descuidó su condición de siervo, sino que incluso tuvo en poco su consagración, revelando la fuerte de su poder a quien no debía hacerlo (ver Jueces 16:16, 17).
4 - Es peligroso no ser vasos puros
Las Escrituras registran que la vida licenciosa de Sansón, sin ningún miramiento por la consagración que debía conservar, llevaron a su separación de Dios. “Luego ella (Dalila) gritó: ¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti! Sansón despertó de su sueño y pensó: “Me escaparé como las otras veces, y me los quitaré de encima”. Pero no sabía que el Señor lo había abandonado” (Versículo 20). Las consecuencias fueron nefastas. Cayó en manos de los impíos, que lo escarnecieron. Tal como ocurre cuando usted rompe su consagración deliberadamente, y pone en afrenta el evangelio.
¿Qué hacer?
Quizá esta historia retrata su vida. Tal vez haya puesto en peligro su integridad ministerial. Reconoce su pecado. Hoy quiere volver a comenzar de nuevo. ¡Hágalo! Dios tiene amor por sus hijos. Si le confiesa su pecado, El le perdonará. David, al pecar sosteniendo una relación íntima a todas luces al margen de los principios de Dios, sufrió las consecuencias de su error. Pero tuvo la sensatez de reconocerlo y clamar al Creador: “Ten compasión de mi, oh Dios, conforme a tu gran amor: conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones. Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado” (Salmo 51:1, 2).
Si este no es su caso, permítame una recomendación final: dependa en todo momento de Dios, pídale fuerza para vencer la tentación y jamás olvide que no podemos ni debemos tener en poco nuestra consagración a Dios.