Publicado en Artículos/Estudios / Oración/Esperanza/Liderazgo / — Carlos / 2014-01-23 12:35:25 / 9596

¿Cómo Evitar Que el Enemigo lo Saque del Camino Correcto?

Ser cristiano no es fácil. Si alguien le vendió una idea contraria, permítame decirle que no le dijo la verdad plenamente. Aun cuando usted y yo nos propongamos caminar victoriosos, siempre tendremos a Satanás procurando hacernos caer.

(3: Continuación)

6.- Reconocer que tenemos una naturaleza de vencedores en Dios

Cierta vez entrevisté –recuerde que mi profesión secular es la de periodista— a un corredor de Kenia que ganó en dos años consecutivos, la Maratón Río Cali. Una verdadera gacela desplazándose con gracia sobre el pavimento. Le pregunté cómo era que había ganado con ventaja a otros competidores internacionales. Su respuesta fue contundente: “Porque yo vine a ganar. No vine a perder”. Él tenía clara su naturaleza de vencedor.

Igual usted y yo. Debemos tener conciencia de que somos vencedores. Dios no nos creó para ser perdedores. Nehemías era consiente de este hecho, de acuerdo con lo que apreciamos en su relato: “Fui entonces a la casa de Semaías, hijo de Delaías y nieto de Mehitabel, que se había encerrado en su casa. Él me dijo: «Reunámonos a puerta cerrada en la casa de Dios, en el interior del templo, porque vendrán a matarte. ¡Sí, esta noche te quitarán la vida!» Pero yo le respondí:—¡Yo no soy de los que huyen! ¡Los hombres como yo no corren a esconderse en el templo para salvar la vida! ¡No me esconderé! “ (Nehemías 6:10, 11. Nueva Versión Internacional)

Lea cuidadosamente el texto. Piense por un instante que al igual que Nehemías, ni usted ni yo somos de los que huyen ante los primeros problemas. Por el contrario, nos enfrentamos con el convencimiento de que ganaremos, que saldremos airosos, porque quien pelea la batalla y nos asegura la victoria es Jesucristo.

7.- Guardar nuestro testimonio de vida

Jamás olvidaré al esposo de una creyente, contrario él al Evangelio, que cierto día pidió cita para entrevistarse conmigo. Le dijo a la secretaria que la reunión conmigo revestía un carácter de “importante”. Cuando finalmente nos encontramos, me recriminó que un domingo a media mañana, me había visto en un balneario de la ciudad, con una ropa indecente, bebiendo cerveza y cortejando a una joven. “Imposible. Por cuatro razones: no voy a balnearios porque no sé nadar; segundo, siempre que salgo, lo hago con mi esposa y mis hijos; tercero, no bebo jamás y ni siquiera lo hacía cuando no era cristiano, y cuarto, los domingos –en su totalidad—estoy ocupado en la iglesia todo el día. En semana, estoy en la oficina” , le respondí. El hombre se retiró furibundo, sin doblegar su argumento de que, a quien había visto, era a mí.

Testimonio de vida. Tres palabras pequeñas pero con un alcance enorme. Usted y yo debemos cuidar nuestro testimonio de vida. Imagínese: sin ser cierto este hombre afirmaba haberme visto, ¡qué tal que hubiese sido cierto! Usted y yo somos cartas leídas. Me ha ocurrido encontrarme en muchos lugares que me saludan amablemente. No las recuerdo pero apenas intercambiamos unas cuantas palabras me dicen: “Usted predicó cierto día en nuestra congregación”. ¿Se da cuenta? Tenemos quien nos vea por todas partes. Es una razón de peso para cuidar nuestro testimonio de vida, además por supuesto, de que deberemos dar cuentas a Dios de nuestros hechos.

Como leemos en la vida de Nehemías, él guardo y fue muy celoso con su testimonio de vida: “Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado, sino que se las daba de profeta porque Sambalat y Tobías lo habían sobornado. En efecto, le habían pagado para intimidarme y hacerme pecar siguiendo su consejo. De este modo podrían hablar mal de mí y desprestigiarme. «¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías! ¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas que quisieron intimidarme!»” (Nehemías 6:12-14. Nueva Versión Internacional)

Tenga presente que usted debe seguir firme, fiel a Jesucristo, y que tomado de Su mano, jamás sucumbirá porque—también recuérdelo—, si nos descuidamos, Satanás aprovechará cualquier oportunidad para hacernos caer en pecado y sacarnos del camino…

Tal vez no ha tomado la decisión más importante

Es probable que no haya recibido a Jesucristo en su corazón. Recuerde que esa es la decisión más importante en la vida de todo ser humano. Si no lo ha hecho, hoy es el día para que lo haga. Basta que eleve una oración sencilla, incluso allí donde se encuentra. Dígale: “Señor Jesucristo, te recibo como mi único y suficiente Salvador. Gracias por perdonar mis pecados en la cruz y darme la vida eterna. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

¡Lo felicito! Ha dado el paso más importante de su existencia. Ahora le invito para que: primero, haga de la oración un principio de vida diaria. Orar —recuérdelo siempre— es hablar con Dios; segundo, lea la Biblia para que aprenda principios dinámicos que le llevarán al crecimiento personal y espiritual, y tercero, comience a congregarse en una Iglesia.

Parte 1 Parte 2 Parte 3

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