Publicado en Artículos/Estudios / Crecimiento Espiritual / — Carlos / 2014-06-16 07:58:12 / 7100

¿Cómo Es Tu Servicio a la Obra de Dios?

Si usted desea ser un instrumento útil en manos del Señor, no debe perder de vista el hecho de que le sirve a Él, a Jesús, y que es Él quien debe ocupar el primer lugar en todo lo que usted piensa y hacer

¿Sirve usted al Señor en la extensión del Reino? Maravilloso. Un gran privilegio. Pero ligado al primer interrogante, otro que sin duda le llevará a reflexionar: ¿Qué tipo de servidor de Cristo es usted? Lo planteo porque si hay algo está perjudicando enormemente la proclamación del evangelio, lo constituyen quienes—predicando a Cristo—dejan de lado a Cristo y son ellos quienes desean llamar la atención.

Pensemos por un instante en Juan el Bautista, en ese maravilloso relato que encontramos en Marcos 1:1-8. ¿Qué imagen tiene usted de Juan el Bautista? ¿Que se trataba de un orador tremendo? ¿Un líder de amplio reconocimiento que fue clave en el proceso de presentar el ministerio del Señor Jesús? ¿Un líder que aprovechó su posición para lograr el reconocimiento de todas las personas? Definitivamente no.

Juan el Bautista rompió los esquemas. Se consideraba así mismo, simplemente un instrumento en las manos de Dios, como lo dijo a las multitudes: “Juan anunciaba: «Pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de inclinarme como un esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Yo los bautizo conagua, ¡pero él los bautizará con el Espíritu Santo!” (Marcos 1:7, 8. Nueva Traducción Viviente) Él encarnaba el cumplimiento de las profecías (Isaías 40:1-3) No era el protagonista sino quien servía al verdadero protagonista: el Señor Jesús.

Fichas en el ajedrez del Reino

Uno de los pasos más significativos para el crecimiento personal y espiritual y que el ministerio que desarrollamos experimente crecimiento, estriba en tener claro que Él –nuestro amado Salvador Jesucristo--es quien debe recibir la gloria, no nosotros que simplemente somos instrumentos en Sus manos.

Aun cuando Juan el Bautista era uno de los hombres de más significación en la obra de Dios, siempre reconoció la grandeza de Jesús y que sólo con Su poderosa ayuda, podría avanzar. Hasta tal punto puso de relieve al Señor, que se consideraba él mismo más indigno que un esclavo de tal manera que no podría siquiera desatarle el calzado al amado Maestro (Marcos 1:7, 8)

Esa actitud humilde hace pensar en el sinnúmero de líderes que llegan a un grado de arrogancia tal, que se consideran el centro de todo y olvidan que—en todo momento—es a Cristo nuestro amado Señor, a quien debemos exaltar.

Parte 1 Parte 2

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