CAPITULO 2: LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS
(3: Continuación)
3 - EL PRINCIPAL PROBLEMA HUMANO
En realidad cuando surge un problema de pecado y no se trata, el problema comienza a crecer y a invadir otras áreas. La única solución es restaurar la relación adecuada con Dios; en el área, o en las áreas donde se produjeron los problemas.
Volviendo al huerto del Edén, la Biblia deja bien claro, que Adán y Eva no obedecieron el mandato de Dios que les había dicho: “…De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Comer del fruto prohibido les permitió conocer la “ciencia del bien y del mal”. Por eso al despertarse en ellos la conciencia del mal, (que antes no tenían); pues Dios los había creado en un estado de total inocencia. Al alcanzar ese nuevo estado de conocimiento, se desató en sus conciencias un profundo sentimiento de culpa, que los llevó a esconderse de Dios. Al punto que Adán tuvo vergüenza de su desnudez y se cubrió con hojas, en realidad Adán no solo cometió una falta contra Dios, sino que trató de escapar al problema escondiéndose. ¿Veamos qué hizo Dios con ellos? Primeramente buscó a Adán y lo llamó preguntándole: “¿Dónde estás tú?” Ante lo cual Adán apareció y le dijo: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Entonces Dios lo confrontó a Adán diciéndole: ¿”Quién te enseñó que estabas desnudo? Has comido del árbol que yo te mandé que no comieras?”. Dios buscaba que Adán tratara frontalmente el problema, pero Adán evadió su responsabilidad y culpó indirectamente a Dios y a su compañera, de su falta cometida, diciéndole: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. Entonces Dios se dirigió a Eva y le preguntó: “¿Qué es lo que has hecho?”. Y Eva buscó también culpar a otro para evadir su responsabilidad, y dijo: “La serpiente me engañó, y comí”.
Y este es el estado del ser humano hoy, cuando se mete en un problema generado por una mala acción, trata de seguir evadiendo su propia responsabilidad delante de Dios y de sus semejantes. Por eso los problemas, desde su origen, no solo no se resuelven, sino que crecen cada día más y más. Y la única manera de encontrar una solución es tomar la decisión de enfrentarlos, buscando el consejo y la ayuda de Dios; pues solo Él tiene el poder para restaurarnos, y darnos la solución definitiva a cualquier problema de la vida.